En esta pagina de los últimos tiempos; pretende ser un espacio de análisis de los acontecimientos actuales relacionados con la profecía bíblica referida a los tiempos finales. Apocalipsis, como Revelación de Dios al hombre es una señal, una advertencia, y una forma de esperanza infinita ante los difíciles tiempos que corren. "Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor." Mateo 24:42 ¡Cuídate!¡Testifica de Jesús! ¡Dios te bendiga! Ap. 3:20; Jn. 3:16

sábado, 18 de diciembre de 2010

La doctrina del arrebatamiento


IntroducciónLa doctrina de los acontecimientos futuros, técnicamente se llama "Escatología Bíblica", y es importante, no sólo para tener una información en la cabeza, sino para poder vivir la vida cristiana conforme a esa información que la Palabra nos brinda.


Ha de tenerse en cuenta que la interpretación profética requiere de un esmero especial y quizás sea ésta el área de estudio bíblico que precisa de la utilización más cuidadosa de la exégesis, la síntesis, la hermenéutica y la teología sistemática. Quizá por este cúmulo de razones, tantos descuidan este importante don de Dios. Pero no hay excusa.


1. El cristianismo de los primeros siglos en cuanto a escatología

“No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” (Romanos 11: 18-24)


El cristianismo de los primeros siglos, sin lugar a dudas, era premilenarista y pretribulacionista, tal como los apóstoles enseñaron.



Premilenarista, ya que creían que el Señor regresará glorioso a esta tierra para instaurar el reino milenial prometido a Israel (Is. 2: 1-3; Hchs 1: 6), reino este todavía no establecido en este mundo el cual sigue bajo el maligno (1 Jn. 5: 19). Pretribulacionista, porque la Iglesia necesariamente tendrá que ser sacada de aquí antes del advenimiento de la Bestia y de su breve periodo de nefasto gobierno mundial, así como antes de que todo Israel sea salvo (Ro. 11: 25, 26).



En cuanto a los segundo, la Iglesia primitiva creía que Dios iba a obrar en relación a Israel para su salvación, pero el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo, se anticipó al hecho de que la iglesia gentil se olvidaría de esa promesa, como así fue, de ahí la admonición del apóstol Pablo de que nosotros, los gentiles, no debíamos ser arrogantes en cuanto a nosotros mismos, sino proceder sin jactancia en la pura bondad de Dios.


Lamentablemente, lo contrario ha ocurrido. Lo que comúnmente llamamos hoy en día iglesia, es más reemplacista (*) de lo que muchos piensan.


(*) El Reemplacismo es herejía doctrinal que enseña que Israel ya ha desaparecido de los planes de Dios, y que todas las promesas y bendiciones de Dios han sido dadas a la Iglesia.



El periodo mínimo de tiempo para que Dios produzca el resultado final, en cuanto a la salvación prometida a Israel, es de siete años (Dn. 9: 27)

Los creyentes de los tres primeros siglos habían recibido la doctrina apostólica, y conocían acerca de estas cosas.



2. Algunos autores a través de los siglos

Victorino, obispo de Pettan

En el siglo III, Victorino, obispo de Pettan, escribió un comentario sobre Apocalipsis capítulo 11. En ese comentario, ese hombre de Dios que murió como mártir por su fe en Cristo en el año 304 d. C. bajo el emperador romano Diocleciano, vio un período de tres años y medio en el que los dos Testigos ministrarían, seguido de un período similar con el reinado de la Bestia Anticristo, sumando entonces un total de siete años. Eso es lo que él escribió.


Comentando acerca de las plagas de ese tiempo de la tribulación que todavía está por llegar a este mundo, dijo: “Esto sucederá en los últimos tiempos, cuando la Iglesia haya sido quitada de en medio”.


Clarísimamente Victorino enfatizó el hecho de que previamente la Iglesia iba a ser quitada de en medio.


Escribe Tim LaHaye al respecto: “Sin discusión, el obispo Victorino de Pettan, brillante maestro de la Biblia que vivió en el siglo tercero, vio que la iglesia partiría antes de las plagas que vendrían durante el tiempo de la ira de Dios, que según su comentario sobre Apocalipsis 11 durarían siete años. Su manera de describir el rapto fue: “(Ellos) habrán salido de en medio”


Lamentablemente, años más tarde, fue la enseñanza de Agustín de Hipona (354-430) al respecto, muy influenciada por Orígenes (s. III) que hizo que a los cristianos profesantes del siglo V en adelante, se les enseñara el amilenarismo con tintes postmilenaristas, tan típico todo de la iglesia católico romana que más tarde surgiría.


El amilenarismo niega el futuro reino milenial en esta tierra, o en todo caso asegura que el reino es ahora, y de ahí el postmilenarismo que ejerce un énfasis tremendo en esta última cuestión, llegando a la conclusión de que la Iglesia reina de facto en este mundo, sin el Rey presente. Por otra parte, una estupidez.



Esa doctrina, parte del entendimiento católico romano, y para sí es una de sus dos teatrales columnas, el llamado “poder temporal”. Como decimos, esto partió de Agustín de Hipona, llamado comúnmente San Agustín, en el siglo V.




Por ello, durante muchos siglos, y a partir de Agustín, la cristiandad fue básicamente amilenarista/postmilerista; prácticamente todo el tiempo de la influencia nefasta del catolicismo romano.

Efraín de Nisbis

En cuanto al pretribulacionismo, es decir, el Arrebatamiento de la Iglesia antes de la Tribulación que ha de venir sobre este mundo, previa a la venida gloriosa del Señor para establecer su Reino Milenial prometido a Israel, hay que destacar que en el siglo IV, un tal Efraín de Nisbis (306-373 d. C), conocido también como Efraín el Sirio, que fuera uno de los principales teólogos de la primitiva Iglesia Oriental Bizantina, prolífico escritor, por cierto, declaró lo siguiente:

“Porque todos los santos y elegidos de Dios están reunidos antes de la Tribulación que ha de venir, y son llevados al Señor antes que vean la confusión que llenará al mundo…”



Aunque no fuera específico en cuanto al número de los años que la Biblia nos dice durará la tribulación, y que en su conjunto son siete, correspondiéndose con la última shabúa (Dn. 9: 27), es suficientemente claro Efraín, al decirnos que el Rapto será antes de la tribulación, es decir, será pretribulacional.



Es evidente que esa confusión que llenará el mundo a la que se refiere Efraín el Sirio no puede ser sino la que traerá el gobierno infame de la Bestia Anticristo y sus consecuencias.



A pesar de la negación de la escatología bíblica (y de muchas otras doctrinas, muchas de ellas vitales en cuanto a la fe) por causa de la influencia directa y atroz de la gran ramera de Roma, paulatinamente algunos escritos de tiempo en tiempo llegaron hasta nuestras manos.

Joseph Mede

Tal es el caso de Joseph Mede (1586- 1638), quien siglos más tarde, escribiera:



…la resurrección de aquellos que durmieron en Cristo, y el rapto de aquellos que queden vivos junto con ellos en los aires…”



Si bien este autor no especificó cuando iba a producirse el Arrebatamiento, si antes o después de la Tribulación, su declaración doctrinal al respecto fue asombrosamente novedosa, por cuanto lo que se enseñaba en aquellos días sobre escatología era absolutamente nada, debido a la influencia de siglos y siglos de oscurantismo medieval.

Morgan Edwards

Pasó el tiempo, y llegamos al siglo XVIII. Morgan Edwards (1722-1795), pastor bautista, escribió en su libro Millenium, Last Days, una argumentación acerca del regreso de Cristo para buscar a su Iglesia, antes de la Tribulación. El dijo lo siguiente en su libro, escrito en 1788:

“Los santos muertos serán levantados, y los santos vivos serán transformados en el momento en que Cristo aparezca en el aire (1 Ts. 4: 17); y esto acontecerá como tres años y medio antes del Milenio, como veremos a continuación: pero ¿Estarán Él y ellos todo el tiempo en el aire? No: Ellos ascenderán al paraíso, o a alguna de las muchas moradas de la casa del Padre, y así desaparecerán durante el consabido periodo de tiempo. La razón de esa retirada y la desaparición será para juzgar a los resucitados y transformados santos…”



Aunque su posicionamiento es más bien, lo que llamaríamos actualmente “mid-tribulacionista”, está claro que para Morgan Edwards (1788), el Arrebatamiento es antes de la Gran Tribulación. En cuanto a la razón que expone Edwards de llevar el Señor a los suyos fuera de este mundo, es para ser juzgados en el tribunal de Cristo (Ro. 14: 10; 2 Co. 5: 10), y para ocupar las moradas de la casa del Padre.



¿Dónde irá la Iglesia resucitada y transformada? Pues la Palabra nos lo dice con claridad:



“…juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2: 6)



Esto se corresponde con lo que la misma Palabra de Dios asegura: “…y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4: 17)



La Iglesia una vez arrebatada no desciende con el Señor cuando Él viene a buscarla (1 Ts. 4: 17), sino que van al cielo, que es su Patria, y después de un corto tiempo desciende – parte de ella (Ap. 19: 14) – con el Señor a instaurar el reino milenial.

John Gill

Cuarenta años antes del escrito de Morgan Edwards, el famoso teólogo bautista de ese siglo XVIII, John Gill, publicó su comentario del Nuevo Testamento en el año 1748.

En su comentario sobre el pasaje de 1 Tesalonicenses 4: 15-17, al inicio del mismo, se expresa así:



“El apóstol (Pablo) tiene algo nuevo y extraordinario que enseñar, concerniente a la venida de Cristo, la primera resurrección o la resurrección de los santos, la transformación de los santos vivos, y el arrebatamiento de ambos, los resucitados y los vivos en las nubes, para encontrarse con Cristo en el aire…aquí Cristo se detendrá y será visible a todos…mas sin embargo no descenderá a la tierra porque no está lista para recibirle...”



John Gill, creía en un Arrebatamiento anterior a la venida en gloria de Cristo junto con sus santos, como hemos visto.



John Gill en su comentario, no describe la venida gloriosa de Cristo, sino la venida en los aires para llevarse a su Iglesia, la cual no puede considerarse parte de su literal segunda venida, la cual acontecerá más tarde, como venimos diciendo.



La venida gloriosa de Cristo no es la venida en los aires para llevarse a su iglesia. El Señor vendrá a buscar su iglesia. Su iglesia le irá a recibir en el aire donde El quedará, y de ahí iremos al lugar de destino: la nueva Jerusalén. Allí, en nuestra patria se celebrará el juicio del Tribunal de Cristo, y se celebrarán las bodas del cordero mientras en la tierra se producirán los juicios de Dios contra esta humanidad perversa.



Claramente Gill asegura en su escrito que Cristo no descenderá a la tierra (como así será cuando venga en gloria poniendo sus pies sobre el Monte de los Olivos). La razón que da es que la “tierra no estará lista para recibirle”. Esto es correcto, porque antes deberán pasar todos los juicios de la Tribulación descritos en el libro de Apocalipsis.



El hecho de estar el Señor en el aire (1 Ts. 4: 17) para recoger Su Iglesia, implica que será visto de todos, (o todos podrán ver algo fuera de lo normal), lo cual no contradice Mateo 24: 30, que describe su venida gloriosa, donde leemos que todos “verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. Por tanto en ambos eventos de aproximación, el Señor y todo lo que conlleva dichos eventos, será visto por todos, como no puede ser de otro modo, dadas las circunstancias absolutamente espectaculares.



De hecho, en 2 Tesalonicenses, nos da detalle la Palabra acerca del aspecto de Jesús cuando vuelva en gloria: “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego…” (2 Ts. 1: 7, 8)



Lo que los hombres verán, no será un hombre o figura humana o similar, sino ¡una llama de fuego! Y por supuesto, todo ojo le verá.



La venida de Cristo en el aire a por su Iglesia no será secreta ni silenciosa, sino que será muy notoria. La Palabra así lo describe:



“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (I Ts. 4: 16)



“en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…” (1 Corintios 15: 52)

No será un Rapto secreto o silencioso, sino rápido y muy contundente. Esto es lo que la Escritura enseña.



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3.Consideraciones y comentarios de Mateo 24ss

“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”(Mt. 24: 1-3)



Cuando el Señor se sentó en el Monte de los Olivos (Mt. 24), se estaba dirigiendo en primera instancia a una audiencia judía que creía en Él (V. 3). A resultas de las preguntas de sus discípulos, todos ellos judíos (la Iglesia todavía no había surgido como tal), el Maestro les narra toda una serie de acontecimientos proféticos, que es menester ordenar con cuidado.

Tres son las preguntas base que ellos le formulan:



•a) Cuando iba a ser destruido el templo.

•b) Señales de su venida.

•c) Señales del fin de esta era.

En Lucas 21: 20ss Jesús describió la destrucción del templo de Jerusalén, la cual se produjo en el año 70 D.C.



En Mateo 24: 4ss el Señor les previno en contra de ser engañados, ya que se iban a levantar diferentes falsos ungidos. Uno de ellos fue Bar Kobja (el hijo de la Estrella), quien se autoproclamó el Mesías, y en el año 135 D.C. condujo a Israel a la derrota definitiva y a su desaparición como nación.



Varias señales comentó antes del fin (entendiendo por fin, el fin de esta dispensación de la gracia): guerras, rumores de guerras, levantamientos naciones contra naciones, enfermedades, pandemias, hambruna, terremotos. Todo ello diciendo sería principio de dolores de parto.



Habló también de persecución, incluso a muerte, y esto tanto se puede atribuir a judíos, como a cristianos.



Se iban a levantar falsos profetas, lo cual también se atribuye tanto a judíos como a cristianos, etc. etc.

La abominación desoladora y la desaparición de la Iglesia

Una de las señales claras y específicas, la vemos en v. 15, donde nos habla del lugar santo, y en él la abominación desoladora, de la cual habló Daniel. Esto es clave. En el año 168 a. C. Antíoco Epífanes hizo quitar el sacrificio continuo, e hizo sacrificar una cerda en el lugar Santísimo del templo de Jerusalén (ver Daniel 11: 31). Esto mismo, o similar deberá volver a ocurrir, como lo predijo el Señor.



Esto nos traslada inmediatamente a 2 Tesalonicenses 2, donde leemos:



“…se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2: 3b, 4)



La abominación desoladora no será un cerdo esta vez, sino el mismísimo Anticristo cuando se siente en su lugar.



Ahora bien, el templo ya hace siglos que no existe, no obstante Israel volvió a ser de nuevo nación, y ¡en un solo día! (Is. 66: 8). Sólo es menester que pase poco tiempo antes que levanten de nuevo el templo.



En Daniel 9: 27 vemos que una vez empezada la última shabúa (la última semana de años: siete años), a la mitad de ese tiempo, se producirá de nuevo la abominación desoladora. Este es el evento predicho por el Señor en Mateo 24: 15, y obviamente va dirigido a los judíos que creerán en Él en aquel tiempo.



¿Por qué el Señor se está dirigiendo ahora en Mt. 24 al Israel creyente en Él y no a la Iglesia como tal? Pues porque en el tiempo de la abominación desoladora, la Iglesia ya no estará.



Déjenme decirles algo que es importante: no puede coexistir en la tierra en este tiempo de gracia, por una parte la Iglesia, y por otra parte el Israel salvo (Ro. 11: 25, 26).



Si un judío se salva ahora, viene a ser parte de la Iglesia, pero en el tiempo de la Tribulación, cuando Dios esté derramando en su momento la doble lluvia sobre Israel, y si la Iglesia está todavía presente, ese judío ¿dónde pertenecería, a Israel o a la Iglesia? ¿Sería entonces la Iglesia Israel… o sería Israel la Iglesia? No.



Israel no es la Iglesia, y la Iglesia no es Israel.



El tiempo de la dispensación de la gracia se corresponde con la Iglesia. El tiempo de la dispensación del reino, se corresponde con Israel.



Es para mí evidente, que los postulantes del postribulacionismo, son mayormente reemplacistas, lo sepan o no. Si no se tiene en cuenta a la Palabra cuando asegura que en un momento dado “todo Israel será salvo” (Ro. 11: 25, 26), entonces no se puede entender la Palabra en su cabalidad, y consecuentemente se produce el error.

A) La segunda venida en Mateo 24

En Mateo 24: 29ss leemos acerca de lo que ocurrirá inmediatamente después de la Tribulación (la cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá V. 21). En el v. 30, el Señor explica acerca de Su venida gloriosa.



Antes de proseguir, es menester hacernos la gran pregunta, ¿Por qué no vemos con claridad en todo este relato del Monte de los Olivos, comentario acerca del Arrebatamiento de la Iglesia? La respuesta es sencilla, porque todo este relato va dirigido en primera instancia a Sus discípulos judíos vivos en aquel momento, y al Israel que será salvo; en este orden.



¿Quieren más prueba de ello? Sencillo. Fíjense que en el contexto consabido de la abominación desoladora, la cual se producirá en el nuevo santuario que todavía ha de levantarse, el Señor aconseja a que se huya a los montes de Judea, y a que oren para que esa huida no se produzca en invierno, ni en un día de reposo… ¿Qué tiene que ver esto con la Iglesia? Nada. Pero sí con Israel:



•Sólo los residentes en Jerusalén pueden huir a los montes de Judea, los judíos.

•En invierno hace frío en Israel (no en la república del Salvador, por ejemplo)

•El guardar el sábado sólo lo han de hacer los judíos.

Pero volviendo al relato de Mateo 24: 29ss, ahí vemos que el Señor nos está hablando de Su segunda venida, la gloriosa, la cual se producirá después de la Tribulación: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días…”, con las señales que ocurrirán en los cielos (V. 29, 30)

Un rapto que no es el Rapto

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24: 31)



Aquí el Señor describe lo que pareciera ser el Arrebatamiento de la Iglesia, este es el texto en el que se basan los postribulacionistas para intentar demostrar su doctrina, pero no es el Rapto de la Iglesia; es otro rapto. ¿Por qué no lo es? Por dos razones:



•a) Recordemos que todo este párrafo va dirigido a judíos creyentes en Él.

•b) Este evento es previo al juicio sobre los ethnos de Mateo 25: 31ss.

En ese evento, la Iglesia hará algún tiempo que habrá sido glorificada y reinará juntamente con Cristo. Luego desciende con Él (Mt. 25: 31(*) para juzgar a las gentes que hayan quedado en esta tierra después de los horrores de la Tribulación.



(*) La versión Reina Valera traduce la palabra en griego por “ángeles”, pero su traducción también es “enviados”.



Lo primero que hará el Señor será reunir ante Él a todos sus escogidos. Nótese que no dice Su Iglesia, sino “sus escogidos”. Esos escogidos serán los salvos vivos de la Tribulación, los cuales pondrá a su derecha, para que hereden el reino milenial (Mt. 25: 32, 34). Los escogidos en ese contexto, son los santos de la tribulación, también se les llama el resto de la descendencia de la mujer de Ap. 12: 17.



El reposo prometido a la Iglesia, después que esta ha pasado por la tribulación de este mundo a lo largo de su existencia sobre el mismo, será visible a todos los presentes en esta tierra cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo en gloria, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (2 Ts. 1: 6, 7)



En ese momento sublime, a ojos de todos, se realizará la manifestación gloriosa de los hijos de Dios (ver Romanos 8: 18, 19). Esto será previo al Reino Milenial, y seguramente en ese momento se producirá la resurrección de los mártires de la tribulación para que reinen por mil años (Ap. 20: 4, 5).



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4. Israel es la clave

“Y luego todo Israel será salvo” (Romanos 11: 26)



El planteamiento postribulacionista (el Arrebatamiento después de la Tribulación) no puede sostenerse ante la futura realidad de Israel viniendo a ser cabeza de las naciones de cara al reino milenial.



Dicho de otro modo, el postribulacionismo necesariamente ha de ser reemplacista. Veámoslo.



La Biblia de forma muy clara y específica nos enseña que todavía quedan unos años determinados sobre Israel y Jerusalén para que sean salvos (Ver Daniel 9: 24). En concreto son siete años (Dn. 9: 27). De esta manera se cumplirán las palabras proféticas neotestamentarias: “Y luego todo Israel será salvo” (Romanos 11: 26)



Ese tiempo de siete años que restan de los 483 ya cumplidos (Dn. 9: 24-26) coincide con el tiempo de la tribulación que ha de venir, y que empezará con la confirmación del pacto con muchos (Israel y sus vecinos), que ha de realizar el que visiblemente llegue a ser la Bestia Anticristo (Dn. 9: 27).



A la mitad de esos siete años, empezará la Gran Tribulación, y durará tres años y medio (la segunda mitad de esos años).



Necesariamente la Iglesia deberá ser sacada de este mundo, coincidiendo con el fin del endurecimiento en parte de Israel, y con el fin de la entrada de la plenitud de los gentiles [en la Iglesia] (Ro. 11: 25), para que Dios empiece de nuevo con Israel de manera que el Israel nacional sea salvo, y herede el reino prometido (Hchs. 1: 6)



Escribe John McArthur en relación a “el entrar la plenitud de los gentiles”:



“”Hasta” se refiere a un periodo específico en el tiempo, “plenitud” se refiere al cumplimiento total; “haya entrado”, es la traducción de un verbo griego que se emplea para referirse a alcanzar la salvación. El endurecimiento espiritual de Israel que comenzó con su rechazo de Jesús como Mesías, durará hasta que se hayan salvado todos los gentiles elegidos”



Imaginar la coexistencia aquí en la tierra de la Iglesia con un Israel salvo, es una incongruencia. Así que, la Iglesia deberá partir a recibir su promesa, siempre de corte celestial (Ef. 3: 20), mientras Israel reciba su promesa de corte terrenal (Is. 2: 1-3) Porque “irrevocables son los dones y llamamiento de Dios” (Ro. 11: 29).



Por tanto, una de las razones principales del Arrebatamiento previo a los últimos siete años relatados, es justamente para que Dios se ocupe de Israel, como prometió iba a hacer.



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5. Principales diferencias entre el Arrebatamiento y la Segunda Venida

El Arrebatamiento es el traslado y remoción de todos los creyentes. La Segunda venida es la manifestación de Jesucristo.



El Arrebatamiento se refiere a los santos arrebatados en el aire. La segunda venida al regreso de Cristo a la tierra.



En el Arrebatamiento, Cristo viene a buscar a su Esposa. En la segunda venida la Esposa viene con El.



El Arrebatamiento conduce al tiempo de la Tribulación. La segunda venida al establecimiento del Reino Milenial.



El Arrebatamiento es inminente. La segunda venida es precedida por muchas señales.



El Arrebatamiento tiene un mensaje de consuelo. La segunda venida está acompañada por juicio.



El Arrebatamiento tiene que ver con el programa de la Iglesia. La segunda venida con el programa para Israel y el mundo.



El Arrebatamiento es un "misterio". La segunda venida está anunciada en el Antiguo Testamento.



El Arrebatamiento da paso a un juicio para creyentes. La segunda venida será previa al juicio para Israel y las naciones.



El Arrebatamiento deja la creación inalterada. La segunda venida envuelve un cambio en la creación.



En el Arrebatamiento los gentiles no serán afectados. En la segunda venida serán juzgados.



En el Arrebatamiento los pactos con Israel no se cumplen. En la segunda venida se cumplen todos.



En el Arrebatamiento no hay relación con el programa de Dios con respecto al mal. En la segunda venida el mal será juzgado.



En el Arrebatamiento sólo participan creyentes. En la segunda venida se verán involucrados todos los hombres.



El Arrebatamiento tendrá lugar antes del día de la ira. La segunda venida será al final de ese día.



El Arrebatamiento abre para la Iglesia un encuentro con Cristo. La segunda venida abre la implantación del Reino de Dios en la tierra.



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6. Concluyendo

Los que niegan el Rapto pretribulacional argumentan diciendo que esa doctrina hace que los creyentes no se preparen para pasar por la Gran Tribulación… pero yo les digo lo siguiente: ¿Cómo habría uno que prepararse para pasar por la Gran Tribulación? ¿De qué estamos hablando?



Les puedo fehacientemente asegurar que si la Iglesia verdadera fuera a quedarse durante la Gran Tribulación, no quedaría ni uno de nosotros con vida para recibir al Señor en las nubes, especialmente los fieles al Señor… ¿Realmente no creen que la gente del Nuevo Orden Mundial nos conoce, y tiene todos nuestros datos al detalle, sabe dónde encontrarnos, y que no dudaría ir a por nosotros para cortarnos la cabeza en el mismo minuto en que sea quitado el que al presente detiene al Inicuo, que es el poder del Espíritu Santo? (2 Ts. 2: 6, 7). ¡Razonemos!



Lo único que pueden esos inicuos hacer ahora mismo al respecto, es hacernos dudar de la Bendita Esperanza, y no amar la venida del Señor, para de ese modo intentar que no seamos dignos de escapar de las cosas que han de venir (Lc. 21: 36)



Paradójicamente, estos que niegan el Rapto le siguen el juego a nuestros verdaderos enemigos.



Una cosa es clara: hasta que el poder del Espíritu Santo no sea llevado de nuevo al cielo, no se puede levantar el Anticristo (2 Ts. 2: 7, 8), con la consiguiente Tribulación. La pregunta entonces es simple, amado fiel a Cristo, ¿Se puede imaginar usted en este mundo sin la llenura y el poder del Espíritu Santo? Pues según los detractores del Rapto usted y yo seremos desposeídos de la presencia poderosa del Espíritu Santo para que se pueda manifestar el Inicuo… ¡menudo sin sentido!



¡Lo que Dios nos dio, no nos lo va a quitar, y esto es el poder del Espíritu Santo! (Hchs. 1: 8)



Dios ha dicho cosa muy diferente: la Iglesia nada tiene que ver con el Anticristo, sino con Cristo, y ¡Él viene a por Su amada! ¿Está preparado?



Dios les bendiga.

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